domingo, 3 de septiembre de 2000

NINDIRÍ-8

OTOÑO
(Original de RFT)

X400

Fecha:

Sun, 03 Sep 2000 22:26:47 +0200

De:

RFT

PARA:

nindiri@lettera.net


Ayer por la mañana pasamos por un bosque de hayas en el que Sebastián ha buscado gnomos sin descanso, justo al dejar atrás el rebaño de vacas, antes de Saja.

Lo cuento porque yo no sólo escribo de lo que pasa, también lo hago un poco de lo que "me" pasa.
Cuando paramos, bajo nubes de helecho y raíces de espino blanco, Sebastián levantaba las hojas y las cortezas buscando sin cesar. Debe pensar que los gnomos andan debajo de las setas o junto a las fuentes, como las Xanas, y no se da cuenta de que los seres pequeños habitan más adentro.

Sebastián cree en gnomos, como yo; ha visto tres ―según dice― y tiene la espalda muy ancha de arrostrar estas cosas; la sonrisa también.
Mi primo “JS”
[1], al que veo fatal, perdido y en tránsito (tan mal que le he dicho a Nicolás que cuando me vea como él me avise) me cuenta almorzando en “Canene” que a unas doce millas del puerto de Llanes hay una plataforma en la que se da el calamar, el "xargu" y algún rodaballo. El mar sube allí ―me dice― y los arrastreros gallegos, que esquilman la costa, no pueden faenar en esa zona por falta de calado.

"El casu ye", que aparte de la "ventrisca" (así en Gijón en "El Planeta") de Manolín [2] el de "El Campanu", pocos peces he visto en estos veinte días que os dejé en ausencia de Quely, la de "El Allende". En ese tiempo han madurado los conejos y las calabazas gigantes, tanto, que he quedado con Espe en llevarle semillas, porque Espe dice que cada año hay que cambiar las semillas de calabaza que se plantan. También vinieron los pimientos.

En la barra del "Pinín", en el Llanes de mi alma, una chica rubia de ojos aguados mastica un pequeño bocadillo de bonito con tomate. Tendrá menos de treinta años (si alcanza veintisiete). Ella no sabe quién soy yo, pero yo sí sé bien quién es ella y, como cosas que todos hacemos, me callo y dejo transcurrir el encuentro en un silencio avergonzado, para no despertar recuerdos, para no malquistar.
Y al paso de todo ello me recuerda Edith lo del juego de palabras que refirieron en San Carlos a “MV”, junto a San Juan del Norte ―que siempre está al Sur―, en honor de los refranes. Dicen (podéis probarlo) que añadiendo dos frases a vuestros refranes, queda todo muy propio y encajado. Así:

"No por mucho madrugar

ENTRE LAS SABANAS

amanece más temprano

ENTRE LAS PIERNAS"

Al añadir el "entre las sábanas" y el "entre las piernas" las cosas funcionan.

"Más vale pájaro en mano...

entre las sábanas..."

Probadlo.
También me enzarcé a caballo entre Noé y Guillermo y descubrí el Sella de otra forma, más por el ribazo que junto a las escarpaduras de Pancar, paseo entre cementerios que extendimos días más tarde hacia el borde de Poo, mirando esas tapias que a todos nos aluden en sus recuerdos de muerte violenta.

Terminé en tales días el libro de Matthiessen sobre "El árbol en que nació el hombre" [3], el baobab, y reiteré con otros muchos que no tengo miedo a la muerte, sino a morirme.

Aprendí que se puede ir a Niembro a buscar patatas, buenas patatas que crecen curiosamente junto a su cementerio marino y que su parte de sal las hace fuertes y de buen componer en tortilla.

Me llaman para decirme que murió “I”, la mujer de mi primo “JT”, veintiséis años. Comí con “JT” en Gijón el otro día, creo recordar que el martes 29 de agosto. Luego subí a Ceares y con los niños dejamos unos claveles en aquella puerta enrejada que no permite fijarlos.
Si pasáis en dirección a Colunga, por la carretera de la costa, no hagáis caso del indicador de Arriondas, pues aunque os obliga a subir al Alto del Fito, poco tenemos que ver allí.

Y si veis un gnomo o queréis una calabaza naranja para hacer puré, avisadme.



[1] El pobre “JS” murió poco tiempo después.

[2] “Manolín” también murió años más tarde.

[3] Peter Mathiessen, “El árbol en que nació el hombre”, José J. de Olañeta, Editor, Barcelona 1999.