lunes, 7 de agosto de 2000

NINDIRÍ-7.-

Los niños,
cuando los meces,
arrancan de la arena su tez canela
y...
aunque Dios les protege,
se hacen muchachos.

(También les amanece el alma)

(Puerto de Santa María-agosto de 1993)


X400

Asunto:

NINDIRÍ-7

Fecha:

Mon, 07 Aug 2000 00:34:17 +0200

De:

RFT

PARA::

nindiri@lettera.net


Fue entonces cuando decidí comprar aquel plato con la cestita azul y el pote y cuenco a juego; el plato donde pusimos la manzana de cera, la manzana roja, enorme y feliz de ser quemada en vela común. También fue entonces cuando todo se reventó y Nicolás era aún pequeño, muy pequeño. Lo compré por si Nicolás venía a casa ―ya no era su casa― y lo seguí conservando durante años, casi sin usar. Cuando el viernes temprano rompió una taza, la del tigre, pensé en sacarlo y dárselo. Uno por lo otro, me dije. Pero yo, muy conservador de inutilidades, lo tenía lleno de lápices de colores que los niños no usan.
Ya no hay niños.

Llaman por teléfono y vienen de vez en cuando, pero no hay niños. Tengo una cuna muerta y potes llenos de lápices, pero no hay niños.

“R” aún no había comprado la casa cerca de la costa de Andratx y yo no quemé la vela esperando algún momento propicio, pero no hay que esperar nada, nunca hay que esperar. El jueves por la noche pensé en hacerla arder entera, puse faroles y velas en el candelabro que me regaló “AF”, pero Nicolás era un ser hermético. Cuando pienso en esa palabra me viene a la mente "El Garaje Hermético", que ya no sé si era de Moebius, el servidor que usan “N” y “H”.

Nunca he sido alguien recomendable; eso no lo sabe “C”, pero lo presiente. Esta mañana observaba que tengo espigas en el dobladillo del pantalón verde. Se quedan ahí, pese a la lavadora; viven ahí para decirme que no soy recomendable.

Y ya no hay niños.

Dar un sentido a la vida es difícil, pero dicen los que saben que resulta lo más importante para tener ganas de algo y ser feliz.

Tengo una nevera pequeña llena de mariposas nocturnas. Debo abrirla de vez en cuando para descongelarla y las mariposas vuelan hacia la luz. Si la apago, si cierro la puerta, no hay mariposas y no se descongela. Puedo desenchufarla, descongelarla sin luz, pero entonces, ¿quién vendría a acompañarme?

Van a darme un buen golpe dentro de unos días. Lo notaréis por mi cadencia al escribir. No soy partidario de precondicionar mi vida o mis historias, pero sé que me van a dejar muy vacío y al fin me pierda en las marismas que yo he ido creando para atravesar. Habrá siempre alguien; algo he previsto o creo haberlo hecho.

Bueno, la verdad es que no he previsto nada, pero alguien lo hará.

Son unos días tristes y enormes, pero ya no hay niños.