lunes, 6 de noviembre de 2000

NINDIRÍ-27.-

CANAL DE SUEZ
(ABRIL 1985)
(FOTO ORIGINAL DE ESTHER MEDRANO)


X400

Asunto:

NINDIRÍ-27

Fecha:

Mon, 06 nov 2000 00:28:01 +0100

De:

RFT

PARA:

nindiri@lettera.net


Me da en la nariz que el otro día andabais todos medio torcidos con el «NINDIRÍ-25», que se envió dos veces, pero no eran dos mensajes iguales, sino que tenían dibujo y foto distinta, por causa de los excesos de la técnica y de mi servidor de correo, que se quejó del tamaño. Así que, el que pudiera arreglarlo, pues bien, y el que no, se lo ha perdido en la papelera de las ideas que todos contamos.
Yo, todo lo que mando a la papelera acabo necesitándolo, porque me he dado cuenta de que no sé prácticamente nada y cuanto más leo, menos concibo. Además, en estos días en que ni siquiera se hielan los tomates y no aparecen ya los repollos fantasmas, el desconcierto me acucia las rodillas y me degrada en una mayor incertidumbre.

Le comentaba anteayer a Carola ―a la que agradecí mucho que se pasara por aquí a dejar reposar los ojos― lo que Umbral le contestó el otro día a un periodista algo tibio (¿o debo decir imbécil?) que le preguntó:

―Dios existe, ¿o estoy yo equivocado?
Está usted equivocado y Dios también lo está― dijo Umbral.

Pues eso; ya que metido en conjeturas del Reino, que genera y articula de igual forma que otras veces Castillo, regreso al silencio más profundo ante mi ignorancia.

No sé ni contestar qué pintura o pintores me gustan, ni sé quién va a ganar las elecciones americanas; es más, me temo que esto último me importa un pimiento, a pesar de que alguien se molestará sabiéndolo. Y mi incertidumbre proviene más de un despiste que de la desesperanza, aunque también proviene de la ignorancia:

«...Durante toda la vida se había asombrado de esa facultad que tienen las ideas de aglomerarse fríamente, como los cristales de nieve, formando extrañas y vanas figuras, de crecer como tumores que devoran la carne que los concibió, o asimismo de asumir monstruosamente ciertos lineamientos de la persona humana, como esas masas inertes que traen al mundo algunas mujeres y que, en suma, no son más que materia que sueña...» [1]

―¿Ha leído usted esto o aquello?

―Sí―respondo cada día más ignorante.

Pero al reconocerlo, parece que me libero de un peso grande, no tanto de la gravedad con que los demás quieran verme o considerarme, como del lastre que yo dejo al no tener que ser alguien por más tiempo. En ese vaivén gracioso, que me tolero, aparezco más como el periodista (es decir, como un imbécil) que como el autor, que si bien escribe con soltura, no deja de sorprenderme por lo oportuno, pues, en estas mis correspondencias (y mientras le digo a Mario que sí, que nos veremos la semana entrante cuando él venga a tocar con la orquesta aquí, a Madrid), recuerdo que ayer se preguntaba José Laguna:

¿Y si Dios no fuera perfecto?

Entre riña y cavilación, pocas meditaciones me quedan y se me ha perdido Jueves de un día para el otro. Habrá ido de gatos o se habrá convertido en un alentador de esperanzas ajeno al pienso de las gallinas y buscando la fortuna donde ya no queda.

He alineado mis cajas portalápices-portapinceles y he creado ante la chimenea ―que ayer encendimos para dejar venir la primavera despacito―, un pequeño lugar de sarcófagos exhibidos, entre inciensos y trozos de pipas rotas, castañas, higos secos, vasos, tableros inconclusos, cajas verdes, canicas, caramelos de cristal y hojas de buganvilla, piedras pequeñas con agujero en medio ―de quien ya no me pertenece el corazón―, puntas de flecha normandas ―de quien tampoco tiene tiempo o ganas de ofrecerlas por su descorazonamiento― y cuencos de fruta vacíos que soñaron pistachos y anacardos, por la sal que les acuna ahora.

Lo he hecho para dejar hueco a la tristeza y liberar otro espacio que adecenta mi camino, ése de los titubeos, las ignorancias y de las carreras entre moreras que, preñadas de hojas amarillas, han tapizado nuevamente tu ausencia, que es la mía; aunque esto último, sí que lo sé bien.


[1] Marguerite Yourcenar, “Opus nigrum”. Ed. Alfaguara-Bolsillo.