domingo, 20 de enero de 2002

NINDIRÍ-62.-




«Sebastián»
(Original RFT)

Asunto:
NINDIRÍ-62
Fecha:
Sun, 20 Jan 2002 22:51:42 +0100
De:
RFT
Para:

Vargas, Llosa, ha, escrito, en, "El País", su, personal, encuentro, en, las, Islas, Marquesas, con, el, ambiente, y, la vida, de Gauguin.
Agotamiento de comas.
Los que hemos desembarcado en Las Marquesas con Conrad, los que hemos bajado al agua y buceado hasta la playa con Stevenson, sentimos que las cosas ya no son así.
Bucear en un arrecife a las siete y cuarto de la mañana, después de una noche de lágrimas, es querer tener miedo a alguna sombra, es querer ver peces malva transparentes, la sal doblada del mar y de esas lágrimas. Había que recorrer una distancia enorme para poder acceder a la serenidad que esos momentos supone, malas aletas, peores gafas, corazón en apnea, sol crujiente.

Hoy debo regalaros la palabra «BIZCOCHO». Sé que no es mucho, algo blando, bizcotela de cuando yo no era así, mostachones de Utrera, piel de naranja. Pero es casi todo lo que me queda y me queda Gauguin, sin llagas en las piernas.
Prescindiendo de la respiración, momento íntimo, lo que así somos queda unido a nuestro momento y si bajamos más aún, cuando el pulmón aguanta, no podemos compartirlo, porque en nada dependemos de nuestro desplazamiento empolvado y embarrado, como en nada nos amarramos al volver a la playa.

Hoy es San Sebastián y los asturianos celebramos el santo de lo que nos suaviza, del agua que nos cubre.
Mi razón de Gauguin estaba en el «Jeu de Pomme».
Ya no hay «Jeu de Pomme» desde hace años; tampoco hay transparencias en el mar de Torre del Mar y sigue siendo difícil acceder a bucear en la primera plataforma rocosa de Benidorm, pues pesa mucho el equipo y cuesta llegar allí. Pero hay recuerdos de sal, como hay Altea, recuerdos de Altea...
Todos los días, a las tres y cuarto, el ujier de la segunda planta del «Jeu de Pomme» daba la vuelta a mi cuadro. Capricho de Gauguin, ternezas derretidas de Marquesas, como el azúcar glaseado de mis bizcotelas. Allí, en esa planta de arriba, había un cartón con las chicas del colegio enredadas en sus túnicas y sus flores de hibiscus, damajagua, Uncas de ser.

A las tres y cuarto, abrían la urna y le daban la vuelta al cuadro. Era un cuadro de mañana y un cuadro de tarde, pero había que pillar la hora del volteo.
Ya hay conejos vivaces. Hemos empezado con dos hembras y un macho blanco.
Hay ojos de conejo.
Me han contado ―ya se ha demostrado científicamente según constatan―, que los problemas de próstata se arreglan haciendo pis sentado. Es una revolución femenina hastiada de tener que sentarse en algo sucio, por no levantar la tapa; las dos tapas. Cuentan que hay que sentarse a hacer pis y así no se padece, ya que padecer es algo oscuro y extraño; algo de lo que nos queda.
Como en «El Principito», no hay que tener en cuenta a quien lo cuenta; ni siquiera es preciso afear que haya quienes prefieren dormitar entre coníferas, disfrazados de caracol.
Son cosas del domesticar; cosas de zorro. No todo el mundo entiende de zorros que trepan por encinas, ni todo el mundo tiene la ternura de maestrar domesticando zorros. Pero todo el mundo tiene forma en sus ojos, incluso con el pelo ensortijado.
Sólo son bizcochos borrachos de moscatel y huevos moles.

No tengáis miedo de vuestra guaca.
Gauguin no es lo que era. Gauguin son los trazos acartonados, pelirrojos o negros, que se han depositado en nuestra mirada.
Somos lo que nos dejan amar...
Pero no siempre podemos ser amados.