sábado, 5 de mayo de 2001

NINDIRÍ-54.-


"ZUZES"
(Original de RFT) 


Asunto:
NINDIRÍ-54.-
Fecha:
Sat, 05 May 2001 01:11:14 +0200
De:
RFT
Para:

Me he propuesto siempre no escribiros si no me siento capaz de ello o si, simplemente, la apetencia no me empuja. En ese estado, casi de desposesión, tiendo a anotar algunas cosas para no olvidar luego que debo contarlas, coram populo, sin arrastrarlas. Confundo así mi introspección en diversas libretas, a cual más compleja, en las que voy anotando esos resortes que, de otra forma, no desenvolvería, robando en cada encuentro y mirada, a lo Joyce, lo que arranco de mi diario deambular:
Agitado de mares, con viento que limpia mi cabeza y fresco estrellado, anoté esto hace una semana:
"Sudamericana de 53 años, universitaria, atractiva, más bien gordita y 1,60, busca señor serio, formal, alto, universitario, buena salud y entre 45-60 años."
Hoy, mientras hojeaba (que no "ojeaba", porque ya no cazo; ¿armónico? ¿harmónico?) un libro sobre las mujeres SOLAS, recordé que justo debajo de tan peculiar anuncio había otro que decía así:
"Interesante universitario, 50 años, sensible, buena presencia y romántico, busca chica atractiva, delgada y hasta 44 años, que quiera sentir el amor sin miedos ni complejos. No móviles."
Esto es lo que la literatura llama un «desencuentro» y si no fuera por mi timidez, hubiera provocado un cruce de líneas, una comunicación entre ambos anuncios, separados tan sólo por una raya, a modo de gamberrada mística. Porque yo, no trato de ironizar sobre ello, no busco que os riáis; tan sólo me acojo al «desencuentro» que la vida nos ofrece todos los días, pues ya sabéis de mi gusto por las correspondencias.
Y enfrente de mí, recostado en un estante, tumbado y desechado de la sección de biografías, estaba la nueva edición publicada en marzo pasado de "CAMBIO DE RUMBO" de Ignacio Hidalgo de Cisneros, único ejemplar en la librería que, para ser más peculiar, está encuadernado al revés, es decir, que tanto la sobrecubierta, como la portada del libro, están de una forma, pero el texto está invertido en su encuadernación, de manera que al abrir el libro se encuentra la última página y hay que leerlo al revés. Cuando estaba en tal menester, derramando miradas alrededor, vi a una joven de unos veinte años, más bien entrada en carnes, que me advertía, en mi confusión, que estaba leyendo el libro al revés, cosa que con éste, que he reservado para la madre de un ser querido, no sucede. La edición, cuidada y fresca, incorpora un archivo de fotos bastante adecuado, que en la impresión de 1970 de París (Ruedo Ibérico) no aparecen, aunque sí se conserva en ambas, por lo que yo recuerdo de la parisina (cuya sustracción me llegaron a atribuir), el poema de Rafael Alberti dedicado al autor. Acompaña también un índice personal onomástico, en el que aparecen citados Ernestina, Gabriel y José Martínez de Aragón, éste último con gran profusión de citas en el texto.
Si hubiera seguido leyendo anuncios, en lugar de emocionarme con la reimpresión de Hidalgo de Cisneros, hubiera descubierto el texto de citas tales como: «...abstenerse divorciados con hijos...», cosa que alguien debió publicar pensando en mí, por cuanto ha de haber pocos divorciados con hijos que sean abstemios, es decir, que deban "abstenerse", que es un verbo que para pronunciarlo hay que tragar un poco de aire y medio ahogarse, lo cual no suele suceder con el whisky.
Dice Umbral que "...Habiendo un Bush en la presidencia, todo es menos previsible, salvo la guerra, como habiendo un Clinton todo era menos previsible, salvo las becarias..."  Puede que tenga razón y nos estalle una guerra de becarias.
Murieron nuevamente todos los conejos de la última camada, lo cual expongo para los que pensaron que esto se iba a inundar de gazapos, pero yo, en mi persistencia, me compré dos libros de conejos, uno que leo para desechar aún más al género humano, sin el que no puedo vivir, y otro que no leo, pues me resulta más complejo que la caza del zorro sobre la que ya os hablé hace unos días.
Y en estos fríos, buenos para mis lechugas y espinacas, que alguien está tratando ya de arrancar para comer tiernas en ensalada, en lugar de dejar espacio a la aspereza que la madurez les confiere, continúo buscándome, ya que nadie me encuentra.
Así que, cumpliendo yo luego con mi deber de adjuntaros nota personal y plano, el próximo 16 de junio hay cena en mi casa, a la que todos estáis invitados en unión de muchos otros a los que no puedo contarles estas cosas en mi forma y que habré de citar también por otros medios.
Dejemos que la luna nos revuelque en un buen sueño.