martes, 7 de noviembre de 2000

NINDIRÍ-28.-

14 de junio de 1957


X400

Asunto:

NINDIRÍ-28

Fecha:

Tue, 07 Nov 2000 00:14:55 +0100

De:

RFT

PARA:

nindiri@lettera.net


En las últimas dos horas se ha ido la luz ocho veces. No se va en el pueblo, ni en Bustarviejo, Soto, Miraflores o en La Cabrera. Tampoco se va en Madrid o en algún alma, así que, si me pilla con esto abierto, os quedáis sin mensaje y yo cruzaré los dedos para que mi UPS no reviente de nuevo.

Miércoles, que anda solo de Jueves, está paseando por mi ventana buscando cobijo a su soledad incomprendida. Baja al garaje y busca sitio, pero no se encuentra en su mantita, en su casa, donde tiene la comida, junto al calor del gallinero.

Tenemos viento de fuerza «6» inmensurable, mas aún no llueve. Lleva así casi todo el día y uno de los brazos de la tormenta me acogió a media tarde, mientras subía, descargando con fuerza a partir del RACE. Debería encender la caldera para pasar la noche en paz, pero me temo que, en un apagón, se vacíe la presión y se machaque para siempre y, sin remedio, mañana tenga que utilizar la entereza de una buena ducha fría a tres grados.

Dicen que el invierno será seco y yo digo que a los patos no les importa si se pueden arremolinar en cualquier sitio.

Miércoles, huérfano de Lúa, juega con el pequeño león que dejaron los niños en el jardín el sábado por la tarde; ya lamido y volteado, poco aguantará de ahora en adelante. Mientras, llevo paseándome con la basura en el maletero del coche desde hace tres días. Sencillamente se me olvida parar en el cubo general que estaba volteado por el viento esta mañana, mañana de infiernos. Si no me acuerdo de dejar la bolsa mañana, convertiré el coche en un basurero.
He dejado la vela encendida toda la noche. Ahora, en este teclado de los pequeños dedos azules que me deja repetir hasta la saciedad "my previous track", traslado las transparencias de esta noche.

Muchas veces nos creemos las pequeñas historias que nos inventan los demás para subsistir y, en esa creencia, acabamos haciendo nuestro lo que no es más que humo y planteamientos. Reaccionamos como si algo fuera nuestro a la luz de la historia desbrozada y jugamos a reivindicar como propia la ilusión de lo que, habiendo sido ajeno, ya consideramos parte de la realidad invertida.

Por eso, el sótano está lleno de hojas rojas, y la vida, lo que hacemos con la picaresca del agua, retrocede ante la mirada perdida de un instante, el instante en que decidimos ser nosotros.