martes, 24 de octubre de 2000

NINDIRÍ 24.-

«NUBES NARANJA»
(FOTO ORIGINAL DE RFT)

X400

Asunto:

NINDIRÍ-24

Fecha:

Tue, 24 Oct 2000 01:58:20 +0200

De:

RFT

PARA:

nindiri@lettera.net


Hoy es un día triste.

Es verdad que ha hecho un buen sol y que las nubes han bailado al anochecer, incluso en colores de Thomas Cole, que no son del gusto de todos, pero es un día triste. He tenido que plantearle a Paco la posibilidad de dejar su trabajo y ello me ha causado aún más preocupación de la que siento por él mismo.

Cuando llegamos aquí, Paco lo supervisó todo con su perenne silencio, porque Paco, habéis de saberlo, no es hombre muy hablador, de ahí su sensatez y su presencia en cada cosa. Luego, poco a poco, acogiendo mi defectuoso criterio y su sabia naturaleza y espontaneidad, fue modelando esta casa desde tal silencio. A veces bastaba un gesto para que Paco supiera si algo quedaba por hacer, porque adivinaba incluso la más mínima necesidad. Al mismo tiempo, sabía controlar el trabajo de Tomás o el de Gregorio, sin que ellos lo notaran en lo más mínimo, y me contaba las cosas con total complicidad para tenerme informado, como si yo fuera verdaderamente «el jefe».

Fui yo quien empecé a preocuparme por los pájaros y las plantas, pero era él quien reparó todas las casitas de cría y las desinfectó poco a poco, colocándolas estratégicamente y consiguiendo en poco tiempo algún anidamiento. Era yo también el que presumía de mis tratados de jardinería o de mis lecturas sobre huertos ecológicos, pero era él quien dormía con los libros y los mimaba. Cuando yo ya había conseguido trazar una distribución de los bancales, Paco ya se había hecho cargo de la contratación del compost y había determinado el alquiler de la mula para su asentamiento. Luego, cuando yo pensaba la distribución de los cultivos en la forma más asequible para la protección mutua de las hortalizas frente a las pequeñas plagas, él ya tenía los rábanos brotando en pequeños semilleros.

Así, por el principio de que la tierra es de quien la trabaja, recibía yo pequeñas partes de la cosecha a cambio de mi pequeña contribución intelectual y mi más que escasa participación manual. En cambio Paco se empeñaba en sanear las arizónicas en solitario, hasta que hube de obligarle a contratar a un par de amigos varios días para eliminar el ramaje y los troncos que no eran útiles a la provisión de leña.
Tendió caminos y cables por doquier, construyó todos los pequeños refugios de los animales, desbrozó el seto, el huerto de hierbas y las zonas de maleza del entorno, respetando las liliáceas y las pequeñas zarzas, que dan un aspecto salvaje y simpático a algunos trozos del jardín. Cuando el pozo se agotó a principios de julio, regó todas las zonas con tal cuidado que parecía que se le iba la sangre en cada gota de agua. Y cuando el otoño empezó a solventarnos el problema del agua, el consumo había sido mínimo y prácticamente todo seguía en pie, a salvo dos pequeños plantones de almendro y cerezo que no resistieron el verano y que hasta mediados de agosto nos confundieron con sus yemas sedosas, sin brotar, en una apariencia que nos impedía creer que hubieran muerto.

Ni un solo día ha dejado de subir trayendo algo de arroz, restos de cocido, pan, lechugas o cualquier cosa útil a los animales, y cuando llegué aquí en esa mañana del 17 de julio, envuelto en noche y acariciado de recuerdos, andaba sonriendo tras sus pequeñas vacaciones en Benidorm.

Pero además se convirtió en un trapero amable, recorriendo los vertederos y los contenedores ajenos en busca de madera desechada, materiales diversos que daban al cobertizo el aspecto de un campamento de gitanos, hasta que, poco a poco, tales enseres se iban transformando en pequeñas casas, abrigos, cajas de semillas, separadores, mesas, zonas de almacenamiento, corrales...

Hace unos días le vi acarreando piedras enormes que ha ido colocando rodeadas de romero y salvia en pequeñas parcelas que ha ido abriendo y rellenando de tagetes multicolores. No tiene mucha fe en sí mismo y desde un cierto abatimiento o realismo natural siempre ha sentido que no le brota nada de lo que «semilla», cuando lo cierto es que yo, en mis ridículos conocimientos, he empujado muy pocas cosas.
El otro día, mientras yo salía a mis combativos quehaceres
que ya sabéis que me pueden el alma, mientras abría la verja exterior que nos separa del mundo, a mi pesar, me susurró sonriendo y dijo:
¡Cotoneaster!
¿Cotoneaster?le dije.

¡¡CO-TO-NE-AS-TER!!repitió.
Aún no los he traído, pero los dos sabemos lo que quiere hacer; al igual que abrió la ventana en su taller y así ha quedado dando luz en donde no la había.

Esto es una nueva tragedia que señala por donde no tienen que ir las cosas, pero ya no encuentro salida y tampoco puedo hacerle daño. Y es para mí, además, un clavo más en la zona de la soledad, porque nunca me he sentido tan acompañado en un silencio, ni en un pisar sobre las hojas.

Mañana será otro día, otro día de amaneceres y manzanas, y tengo que encontrar vía a alguno de estos desastres.

En el amor, aunque yo lo haya perdido casi todo, me queda perseverar, que es algo que dijo entre sonrisas el cura que casó a Rocío el domingo. El que casó a Auri el sábado dijo una serie de tonterías, porque Auri ("Fairy" la llamaba Javier) se casó el sábado.

Pero el domingo me hablaron de la perseverancia, que es necesaria en mi amor, perseverancia desde el silencio y la distancia, que es vacío, pero es lo único que hace brotar lo irrecuperable.

Parece que ahí residiría la esperanza o el anhelo al que soy tan contrario, tan poco dispuesto, pues, perseverar en el silencio y desde la distancia me trae el recuerdo de la pena, a mí que soy tan proclive a buscar soluciones, a intentar nuevas expresiones del sentimiento.

Mientras tanto, el ser amado, la mujer amada,
¿qué piensa? ¿cómo camina? ¿dónde esconde la sonrisa...?
Tose Sebastián.

Yo voy a intentar perseverar en mi sentimiento, desde ese silencio fecundo-vacío, triste-alegre, aunque sin olvidar a Paco, y quizá pueda ser querido y perdonado sin buscarlo, pese a la melancolía y al ahogo. Quizá también pueda dar otra solución a mi presencia en Paco, a mi permanencia en Paco, que debería conducir a su presencia y permanencia en esta vuestra casa.

Son días complejos, días de espera por briznas de cariño perdido, pero son días de color naranja.
Voy a perseverar en vuestra compañía y en una cierta ternura que prodiga la sencillez.


"Just silver moon's sparkling"

IMAGEN LÍQUIDA
(FOTO ORIGINAL DE RFT)
(DE DONDE EL MAR DE MI PADRE)