viernes, 13 de octubre de 2000

NINDIRÍ-22.-

CAMPOS QUE CAEN
(Acuarela de RFT)


X400

Asunto:

NINDIRÍ-22.-

Fecha:

Fri, 13 oct 2000 09:09:47 +0200

De:

RFT

PARA:

nindiri@lettera.net


Hoy ha enfriado más la noche, casi escarcha, y dicen que ha nevado arriba. Hace una hora me he quedado helado con los codos apoyados en el alfeizar de la ventana y los prismáticos a mano. Un mirlo está trasladando todo su material invernal a la zona baja de las hojas canela que le quedan a la parra virgen del cobertizo. La perra, que lo ha visto, se ha puesto inquieta con tanto trajín y temo que ataque lo que el mirlo lleva tiempo trabajando.

La llegada de Paco a las 8:00 suspenderá estas labores, pues el cobertizo se convierte en un lugar cálido y agitado a partir de esa hora. Paco quiere a los animales y les trae cosas todos los días, pan para mojar, restos que quedan en algún mercado de sandías o melones, algo de lechuga que puede pillar aquí, con las zanahorias de la nevera, algún garbanzo que ha sobrado...

Ayer no conseguí dar la pastilla a los gatos para desparasitarles. Es muy difícil abrirle la boca a un gato y tuve que desleírla en un poco de leche; masa pastosa que ignoro si habrán tomado por la noche. Jueves tiene la costumbre de montarse encima de la coneja y otras veces intenta ponerse debajo. Parece que lo hiciera por el frío, pero sospecho que lo hace por la ausencia de su madre, pues no busca calor sino contacto, y restriega su cabeza sobre el lomo de la que hemos forzado a adoptarle.

Nosotros sustituimos el amor de nuestra madre por eso que muchos llaman «complicidad», palabra extraña que trata de significar la lealtad y el cariño del ser al que amamos, palabra que, sin embargo, parece llevarnos a lo prohibido, por su connotación con el carácter semi-delictivo que acompaña a ciertas acciones que hemos decidido reprobar y perseguir criminalmente.
Hace unos días, ya creo haberlo contado, la coneja madre arrastró a una de sus crías junto al bebedero, sacándola del cajón que la abrigaba, y estuvo empujándola y lamiéndola un buen rato. Luego, cuando se apercibió de la mortandad, la dejó encastrada entre la malla y el recipiente de plástico y la cubrió de paja, procurando calor a quien ya no lo nota en esa forma. Era un conejito blanco al que el «juego» de
Mendel dio ese aspecto, pues sus padres no aportaban tal apariencia, salvo en los genes, y hube de retirarle de allí, pese a las embestidas de su madre, porque nada se podía hacer ya en tal esperanza.
A veces las cosas mueren; se muere el amor, e incluso las moscas llegan a quedarse quietas. Y cuando algo muere, nuestra terquedad o nuestra intención tratan de sustituirlo; pero ya no es lo mismo, nunca es lo mismo aunque lo revistamos de nuestra bienvenida o lo recarguemos en su sencillez inicial, porque sólo sabe renacer, aunque permanezca en el recuerdo.
Parece ser que hoy operan a “C”. Tuvo un dolor agudo el pasado día 5 y ha derivado en un problema de vesícula, que ha venido a complicarse con una inflamación del páncreas. Al principio me asusté, porque además de otra coincidencia de hospital, algo supe en septiembre y algo traía de lejos sobre las afecciones del páncreas, pero en este caso se trata de una consecuencia de las piedras acumuladas en su vesícula. Porque, ¿a quién no le han dicho, tras una copiosa cena?: ¡¡¡vas a pillar una pancreatitis!!! A mí me lo decían, hace tiempo, hará un par de años, tiempo que ha decidido removerse ahora, una vez más.
Vivir en el pasado trae consigo esas ventajas en el amor y esas punzadas en el sentimiento ausente, síntomas que no parecen clínicamente operables, ni olvidables o asimilables, porque lo que el ánimo derrocha, acaba quemándose, y lo que el corazón no entiende, acaba replanteándose en las manos de cada uno, precisamente entre las manos...,

...tus manos...