lunes, 19 de junio de 2000

NINDIRÍ 3.-

Papá estudiando
(gentileza de Coté)

X400

Asunto:

NINDIRÍ-3

Fecha:

Mon, 19 Jun 2000 22:28:03 +0200

De:

RFT

PARA:



Hace algunos años leí un chiste de Forges en el que un señor muy serio y vestido de negro riguroso decía: «...¡¡¡Además!!!, no pienso tolerar más firlundios de lapordana...» Por esa y otras diversas razones, hace unos días decidí colgar del peral (sólo hay dos en esta casa y uno es muy pequeño) una serie de Cd’s de la Editorial Aranzadi. Se trata de un peral jurisprudencial que lleva un mes sufriendo el trasplante. Por la mañana voy a hablar con él (el quelato de hierro o de cobre ya no funcionan) y le pregunto qué es lo que le pasa, pues peras tiene unas cinco, pequeñas, pero sólo cinco.

Mi padre ―que se hubiera asombrado con la flor azul que ha brotado del cemento en el cambio de sentido que hay al alcanzar la autopista― también hablaba con las plantas, con los árboles, pero aunque le tengo aquí todos los días, no me dice nada últimamente. Dije a mi madre que me dejara traer sus cenizas, para ponerlas junto a una higuera, donde hay espliego, menta, sándalo, cilantro y vinca. Mi madre dijo que no, que esto no era tierra consagrada y ahí acabó mi intento. Por eso debe ser que no me habla mi padre, porque en el cementerio de Ceares y en aquel panteón tan difícil, no hay forma de salir de la frialdad de las ideas.

Mi padre, notario de profesión[1], escribió hace años un artículo complejo y enjundioso sobre el “contador-partidor dativo”[2] y, en la introducción, hablaba de que no le gustaban los pájaros enjaulados y de que no había mejor flor que la que crece al borde de un camino. Luego escribió otro sobre «Aspectos de los patrimonios y de las empresas» en el que hablaba de la lluvia o del arco iris. Éste último se publicó en una serie de tomos, plagados de estudios jurídicos diversos, escritos en homenaje a otro notario que había sido capitán de su compañía durante la Guerra. Era una compañía mixta de morteros, con nombre y personal italiano, pero trufada con soldados españoles, pues los italianos tenían fama de echar a correr a la primera de cambio, es decir, enseguida. Los trabajos no gustaron mucho, porque la enjundia jurídica nada tiene que ver con flores o pájaros, ni siquiera con el arco iris o la lluvia, aunque nadie se atrevió a decirle a mi padre cosa alguna. Sencillamente se ignoró su esfuerzo por dulcificar algo tan árido. En su homenaje, copio aquí los párrafos iniciales de éste último artículo citado:


«1. EL ARTÍCULO 1.911 DEL CÓDIGO CIVIL Y EL ARCO IRIS.-

Recuerdo que, sin anuncio alguno, surgió un aguacero.

Cerré las ventanas y volví a la mesa de estudio, mientras la lluvia golpeaba los cristales.

En la mesa, el Código Civil. Leí por primera vez en mi vida el artículo que iba a estudiar: 1.911 = “Del cumplimiento de las obligaciones responde el deudor con todos sus bienes presentes y futuros”.

Fue inmediata la impresión de estrechez y dureza. “Menos mal que no responde también con su persona, el deudor”. Se me aparecieron (lecturas, memoria, imaginación) las descripciones de la prisión por deudas, sobre todo en Dickens: La venganza, los Papeles póstumos del Club Pickwic, La cárcel de Marshalsea…

Entretanto (y todo esto en perjuicio, como los recuerdos e imaginaciones del estudio del artículo) cesó de llover y lentamente con las últimas gotas, se cruzó un débil rayo de sol, episodio muy frecuente en mi tierra natal a los comienzos de otoño. Y el arco iris. Embebidos en el arco iris quedaron el texto del 1.911 y los recuerdos dickensianos.» [3]


Ese es el motivo de que yo enjoye los perales: dan brillo por las noches de luna al rielar sobre los discos compactos, mostrando el arco iris de mi padre.
Aranzadi no lo sabe.
No me descubráis el secreto.


"La mujer que yo quiero no necesita..."

(JOAN MANUEL SERRAT)


Se ha agostado el pozo y viajé a Asturias, a Llanes, a la Pola y a Mieres.

Subí a Carabanzo.

No tenía verdes…,

pero me enseñaron una flor azul maravillosa.


"Hay una puesta de Sol en sus párpados...

...hay una puesta de Luna en su vientre..."

(LUIS PASTOR)


[1] Yo soy “hijo de notario”, como Carlos Marx o Salvador Dalí, lo cual nos convierte en una especie peculiar.

[2] Siento mucho el “palabro”.

[3] RAMÓN FERNÁNDEZ PURÓN, Aspectos de los patrimonios y de las empresas”, Homenaje a Juan Berchmans Vallet de Goytisolo, Volumen VI, págs. 161 a 202, Consejo General del Notariado, Madrid, enero 1988.