miércoles, 12 de abril de 2000

MUJERES (PRÓLOGO-4.-)


X400

Asunto:

MUJERES

Fecha:

Wed, 12 Apr 2000 02:48:35 +0200

De:

RFT

PARA::

RFT

CC:



«…
Las mujeres me tienen la memoria poblada.
De mi existencia entera,
sólo recuerdo
las mujeres.
Los vestigios de mí
que podrían valer
para reconstruirme
están en sus cabezas…»


"...también sería cierto que de mi vida entera apenas si recuerdo más que a las mujeres, y -lo que es peor- que no recuerdo los trozos sin mujer o con la mujer borrada..." [1]

Cuando Lúa y yo hemos bajado a verificar en qué lugar había plantado Paco las hortensias del gran cesto, han brincado entre las ramas dos zuritas y escapado al vuelo, con intención de alejarnos del nido que conservan en la segunda arizónica del paseo. Los tres planetas, Marte, Júpiter y Saturno, se alineaban juntos y no teníamos miedo de la noche, ni de la soledad con que esta casa nos enfrenta, esta casa tan necesitada del murmullo de niños, de las caricias. Y al observar el cielo, que a ambos nos dejaba el hueco de los pinos, al afrontar cómo mantenerla, venían a mí los ecos (y gritos) de la reunión de esta tarde. Lo hacían para recordarme de qué y para qué vivo, cómo afrontar mis ingresos, mis flaquezas, mis pagos pendientes, mis deudas de amor y odio. Yo puedo con esta hipoteca, con esta vida hipotecada ―me decía―, pero para ello me vacío en mis tensiones y trato de aceptar con humildad mi condición, esta condición que tuvo la fortuna de acercarme a ella o tuve la fortuna de encontrarme yo; la notaba entre mis huesos al abrigarme del viento. La perra, tímida, se quedaba algo distante y miraba, como “M” me había dicho, casi sin sentir el frío, sin acercarse a mi frío, que no puedo compartir ni acercárselo.

De mí ya se dicen muchas cosas, cosas almacenadas, como los patines de los niños de “J”, a quien no llamé todavía, impidiendo así algo sencillo. Se dicen más cosas que hace años y se entretejen en mi piel, nudo a nudo, cayendo sobre la espalda, sin contenerse.

Va siendo tiempo de remedar ademanes y de ponerse en marcha hacia el Poniente de esta vida.


[1] Ramón Buenaventura, “El año que viene en Tánger”, Ed. Debate, 1998, Madrid