viernes, 24 de diciembre de 1999

FELIZ NAVIDAD (PRÓLOGO 1.-)

(Esta imagen cariñosa de la Nasa nos muestra al pequeño "Rover" de la nave "Pathfinder" chocando en Marte con una roca llamada Gran Oso)


Es costumbre que nos escribamos en estos días.

Hay quien lo hace siempre, pues: «Los extraños son necesarios para poder explicar lo que uno hace y siente» (Theodore Zeldin, "Historia íntima de la humanidad", Alianza Editorial, Madrid 1996)

No sabemos nada de nosotros y hemos aprendido a ocultar las direcciones en los mensajes de correo electrónico, para que parezca todo más personal, más íntimo. Hay quien llega a creer, por tal causa, que el mensaje que recibe es erróneo, que no es suyo. Sin embargo, éste sí tiene destinatarios correctos. Pero aún así, aunque algunos nos hablan de la impostura que entraña el texto escrito, escribir es lo que nos hace vivir, lo que nos reivindica ante nuestra soledad, en nuestro silencio nocturno.
Nos hemos encontrado en circunstancias diversas ―incluso hay quien no me recuerda pese a haber comparecido conmigo ante el director del colegio para recibir una bronca, yo con siete años, él con poco más de dieciocho―, pero todos estáis ubicados en mi corazón. Sé que no con un consentimiento pleno, pero al menos sí, en estos momentos, con mi sentimiento.

Leía esta mañana: «...Los marineros volvieron a llenar en Anjer todos los toneles de agua vacíos, excepto media docena que se quedaron en un pañol...» (Patrick O'brian, "Trece salvas de honor", Edhasa, Barcelona 1999) Quien eso escribe, además de dar cuenta de un olvido intrascendente, lo pone en boca de un pintoresco personaje, nacido en Irlanda, de ascendencia catalana, que trabaja para el servicio secreto del Almirantazgo Inglés y en contra de Napoleón, siendo, además, médico y naturalista. Menuda mezcolanza para averiguar en estos tiempos que el nacionalismo y la intolerancia chirrían y que la mejor cura para todo esto es no hacer mucha causa y profunda devoción del lugar de nacimiento o negarse a criterios de Abencerrajes. Es decir, es bueno ser de Asturias aunque luego se viva en Plasencia, en Modúvar de la Emparedada o en Barbadillo del Pez. Mi suegra, que en paz descanse, era de Barbadillo del Pez y se llamaba Crescencia.

Señalan los expertos que ya estamos en el año 2005 o en el 2006. El papa Gregorio XIII, hombre de armas tomar, decidió que después del 4 de octubre de 1582, amaneciera el 15 del mismo mes, “comiéndose” once días del calendario y generando el correspondiente caos laboral, pues nadie quería pagar el mes completo.

Y así fue todo, pues, como os he contado a muchos y mi padre sostenía, el Polo Norte no es un lugar o un sitio, sino un concepto. El portero de la que fue casa de mis padres en Madrid, se llamaba también Gregorio, y se dedicaba a gritar por la escalera aquello de, ¡¡A mí la Legión!!, aterrorizando a los vecinos por causa de algo que hoy conocemos como enfermedad de Alzheimer, en esa propensión que nos acompaña, cuando confundimos nuestra impresión con la realidad.

De esta forma, con Amado Nervo, «el castaño no sabe que se llama castaño», Miguel Ángel no sabía que vivía en el Renacimiento y los barcos no chocan con meridianos al navegar.

Es en estos días cuando es bueno enviaros paz. Debo recordar que no hemos quitado el cañizo del muro de atrás, que azota el viento, y que los mirlos siguen viniendo a la pradera vecina a buscar semillas.

Que tengáis todos una buena noche y que miréis al cielo.


P.S.: ¿Os acordáis del Rover del Pathfinder?